Parece que fue ayer cuando Juanita llegó al Grupo de Ayuda Mutua para aceptar la perdida de un ser querido compartiéndonos su historia:
“El 20 de mayo mi hija y su esposo me dejaron a los niños para ir a una boda, a su regreso un carro los cochó y ambos perdieron la vida, ahora yo tengo que sacar a mis nietos adelante”
Juanita obviamente estaba muy triste pues no tan sólo había perdido a su hija, sino también a su yerno al que quería como a un hijo, y por si fuera poco también responsable del cuidado de Diego y Leonardo, dos adorables niños de 7 y 5 años.
“¿Dígame cómo es posible salir adelante? tengo 67 años, soy viuda y una pensión raquítica que no me alcanza ni para mí, dolencias en todo el cuerpo y ahora a estos dos pequeñitos que sólo dependen de mí”
A más de un integrante del Grupo de Ayuda Mutua nos erizo la piel. ¿Cómo resignificar tanto dolor, tanto caos? sobre todo, a la velocidad que se requería, quedarse a llorar, tumbarse en la cama y deprimirse parecía más un lujo que parte del proceso de duelo.
Por fortuna Juanita era una magnifica cocinera, y entre todos los del grupo de ayuda mutua además de acompañarla emocionalmente, le ayudamos a elaborar su primer menú, realizamos compras y donativos para equipar su cocina, con el cuidado de los niños y con todo lo necesario para que ella comenzara a generar los ingresos para sacar adelante el nuevo reto que la vida le había impuesto.
Sé que no podemos evitar que la vida de nuestros seres queridos llegue a su fin, pero cada vez que llegaba un deudo con historias como estas, me preguntaba: – ¿Habrá alguna forma de sacar al dinero de la ecuación? – – ¿Habrá alguna forma de evitar sobrecargar el proceso de duelo, por temas financieros? –
Respuesta que llegó a mí, cuando ingresé al mundo de los Seguros, descubrí en ellos una magnifica herramienta, para “la gestión del duelo financiero” a través de ellos he sido testigo de la diferencia en cómo se vive el proceso de duelo, porque tengo claro que, si algo en la vida ha de doler, que no sea el bolsillo.
Te imaginas ¿Cómo hubiera sido el proceso de duelo de Juanita si tan sólo el pagar la renta y alimentar a dos pequeños no fuera prioridad? O ¿Cómo sería el proceso de Diego y Leo, si pudieran continuar viviendo en la casa donde vivían con sus padres, durmiendo en su habitación y asistiendo al colegio donde estaban sus amiguitos de toda su corta vida?
Te das cuenta de que no tan solo se perdió una hija y un yerno, también unos padres, la casa, el colegio, los amigos, el estilo de vida, presentándose así una gran angustia ante un futuro incierto.
En tanatología nos referimos a todo lo anterior como “las pulgas del duelo”, cuando a la pérdida principal se le adhieren otras pérdidas significativas complicando en ocasiones el proceso de duelo.
Gracias a mi vida laboral entorno a la muerte ya sea como Forense, Tanatóloga y ahora como Agente de Seguros, es que he aprendido, que en cualquier momento se puede presentar un evento disruptivo.
Por historias como la de Juanita es que me siento muy comprometida como Agente de Seguros, comprometida a llegar temprano a la vida de las personas para evitar que el proceso de duelo se complique por el tema financiero, llegar antes, mucho antes de que la enfermedad, la invalidez, la vejez o la muerte lo hagan.
Hoy te comparto su historia, justamente para llegar temprano a tu vida, para que aprendas como yo en cabeza ajena, para aprender por la buenas, siendo conscientes de que “lo único constante es el cambio”.
Si tú eres mamá o papá o tienes en tu proyecto de vida serlo, o simplemente alguien depende financieramente de ti (padres, hermanos, etc.), entonces es momento de tomar acción y preparar el camino para protegerte a ti y a los que dependen o dependerán de ti.
Pero si eres soltero, sin hijos y sin ganas de tener hijos, entonces tú eres tú mayor prioridad, porque ojalá la vida cumpliera antojos, y fuera simplemente un “me muero y ya” pero créeme que la muerte suena a gloria, frente a la opción de una invalidez, donde además de que no aportas te vuelves una carga para los que te aman, afectando no tan solo su corazón por la aflicción de verte en esa condición, sino también su bolsillo.
Yo te invito a que aprendas en cabeza ajena, a que aprendas por las buenas, a que me permitas acompañarte a construir una estrategia a través de los seguros para estos momentos disruptivos, dejando así deudos y no deudas. Ahora bien, que, si quieres aprender por las malas, recuerda que también estoy aquí para acompañarte en tu proceso de duelo.