Una decisión que podría transformar el panorama del comercio siderúrgico en México, la Secretaría de Economía anunció la cancelación de las importaciones de acero provenientes de más de mil molinos con registro extranjero, como parte de una estrategia para combatir la triangulación comercial, frenar la evasión de aranceles y proteger la producción nacional.
Marcelo Ebrard, titular de la dependencia, detalló que la medida responde a la instrucción directa de la presidenta Claudia Sheinbaum para revisar uno por uno los registros de más de 2,000 molinos de acero que habían sido autorizados para exportar al país. El resultado preliminar: 1,062 registros presentan inconsistencias, irregularidades o, en algunos casos, simplemente no existen.
México exige que cada molino extranjero que desee exportar acero al país esté previamente registrado ante la Secretaría de Economía, identificando claramente su ubicación y capacidad productiva. Esta medida es clave para garantizar que el acero provenga de fuentes legales y evitar prácticas desleales como la triangulación: importar acero desde un tercer país —generalmente con menores regulaciones o aranceles— y declararlo como proveniente de otro para evadir impuestos.
Ebrard fue claro: “Vamos a reducir la evasión arancelaria. Muchas empresas no solo no declaran bien el origen, sino que también pagan menos impuestos o reciben beneficios que no les corresponden”.
La revisión de los registros no fue un ejercicio de escritorio. Actualmente, personal de la Secretaría se encuentra realizando inspecciones presenciales en al menos seis países, incluyendo destinos tan lejanos como Malasia, lo que sugiere la magnitud del esquema de verificación y el enfoque más agresivo del gobierno en temas de comercio justo.
La decisión también se enmarca dentro de un contexto comercial internacional tenso. Apenas en marzo de este año, el expresidente estadounidense Donald Trump —en su segundo mandato— reactivó un arancel del 25% a las importaciones de acero y aluminio, incluyendo a países que anteriormente gozaban de exenciones como México y Canadá, a pesar del T-MEC.
Para algunos expertos, esto ha empujado a México a endurecer su propio sistema de control para blindarse frente a flujos ilegales de metal que podrían poner en riesgo su posición comercial ante sus socios o derivar en conflictos diplomáticos y económicos.
Entre los aspectos positivos, analistas coinciden en que la medida fortalece el Estado de Derecho y reduce la brecha para que las empresas mexicanas compitan en condiciones más justas. La industria siderúrgica nacional —que ha sufrido durante años por el ingreso de acero barato y subvaluado— podría encontrar un respiro ante prácticas de dumping y competencia desleal.
Además, se manda un mensaje de compromiso con la transparencia y el comercio responsable, justo en un momento donde México busca mayor reconocimiento como potencia manufacturera.
Sin embargo, no todo es aplauso. Varios sectores industriales temen afectaciones en la cadena de suministro. La cancelación masiva de registros podría provocar retrasos en las importaciones legales y elevar los costos de insumos clave para la industria automotriz, construcción y manufactura pesada.
También se ha señalado que el proceso de revisión pudo haber sido opaco o demasiado acelerado, afectando incluso a molinos legítimos que ahora deberán realizar trámites adicionales para revalidar su posición ante la Secretaría.
La política comercial siempre camina en una cuerda floja entre la protección de la industria nacional y la garantía de abastecimiento competitivo para los sectores productivos. Con esta decisión, el gobierno mexicano apuesta por recuperar el control y cerrar los vacíos que durante años permitieron que el acero “fantasma” ingresara al país sin reglas claras.
Queda por ver si este endurecimiento se traduce en mayor estabilidad económica o si, por el contrario, se generan tensiones en sectores que dependen críticamente de la importación de este insumo.
Conclusión:
La cancelación de más de mil registros de molinos extranjeros es una jugada firme del gobierno mexicano que busca recuperar la soberanía comercial en un sector estratégico. Aplaudida por su firmeza, pero no exenta de riesgos, esta medida marca un antes y un después en la forma en que México regula sus importaciones. Lo que está en juego no es solo el acero, sino el modelo económico que el país quiere construir para esta nueva etapa global.
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