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Electrolit, influencers y dignidad: ¿campaña orquestada o libre expresión?

Correo: contacto@sinergiaempresarial.mx | Web: https://sinergiaempresarial.mx/

En los últimos días ha estallado en México una polémica que va más allá de un producto, un influencer o una mera crítica: se trata de cómo el poder, el dinero, la salud pública y la reputación se entrelazan en un escenario mediático.

¿Quién está en el centro del debate?

  • Electrolit es una bebida rehidratante muy reconocida, vendida por la farmacéutica Pisa. Se la promociona como suero, repositor de electrolitos, útil en casos de deshidratación, vómitos o diarrea.
  • Varios influencers —incluyendo profesionales de salud como “Dr Polo Guerrero” y “Mr Doctor”— hicieron recientemente publicaciones criticando el producto. Acusaciones como “más azúcar del permitido”, falta de sellos de advertencia en el etiquetado, que Electrolit se vende como medicamento pero se “vende como refresco”, etc.
  • Aparecen alegaciones de que algunos de esos influencers recibieron dinero para hacer esas críticas, como parte de lo que muchos denominan una campaña de desprestigio. Se menciona que se les habría ofrecido hasta ~48,000 pesos por decir cosas negativas de Electrolit.

¿Cuál es la acusación principal?

  • Que se habría contratado (o intentado contratar) a influencers para generar contenido negativo sobre Electrolit con la finalidad de afectar su reputación, posiblemente con motivaciones políticas o fiscales.
  • Que esos influencers “vendieran su dignidad” al aceptar dinero o colaborar en algo que algunos consideran poco ético, poniendo en riesgo su credibilidad frente a su audiencia.

Lo que se conoce hasta ahora

  • Algunos de los videos de críticas ya fueron borrados; algunos influencers cerraron comentarios o fuentes de retroalimentación, lo que sugiere presión o arrepentimiento ante la polémica.
  • Además, hay voces que defienden que esas críticas pueden estar justificadas: si realmente Electrolit tiene problemas de etiquetado, exceso de azúcar o irregularidades regulatorias, los influencers tendrían derecho (o incluso obligación) de informar.
  • También se menciona que podría haber un trasfondo político o económico: un diputado habría propuesto que Electrolit deje de registrar su producto como medicamento para pagar impuestos como “bebida azucarada”, lo que implicaría ingresos fiscales importantes para el Estado.

Los daños colaterales

  1. Credibilidad de los influencers
    Si se comprueba que aceptaron pagos para generar desinformación o críticas sin base sólida, su reputación puede quedar gravemente afectada. La audiencia cada vez pide más transparencia.
  2. Desinformación vs. advertencia legítima
    Hay una línea muy fina entre informar responsablemente a consumidores (sobre riesgos reales) y hacer campañas que distorsionan la realidad o exageran para dañar una marca.
  3. Confianza del público
    Cuando se percibe que un influencer “vende” su discurso, las personas pueden volverse escépticas también de recomendaciones legítimas. Esto daña no solo al influencer implicado, sino al ecosistema del contenido digital.
  4. Regulación, ética e implicaciones legales
    ¿Debe existir mayor regulación para influencers que promueven productos regulados como medicinas o suplementos? ¿Cuándo un producto debe incluir advertencias o sellos? ¿Qué responsabilidad deben tener quienes reciben dinero por contenido crítico?

Reflexión ética: ¿vale la dignidad “unos pesotes”?

La frase “vender la dignidad” se repite mucho en redes sociales: se utiliza para reprochar que alguien intercambie su credibilidad profesional o personal por una cifra de dinero, que, para muchos, no compensa lo que se pierde en términos de confianza pública.

  • Dignidad profesional: Para alguien que ha construido su audiencia con base en conocimientos de salud o ciencia, la ética exige transparencia, honestidad en los datos, evitar alarmismos, y decir la verdad aun cuando sea incómodo.
  • Libertad de expresión vs. patrocinio oculto: No todos los críticos hablan bajo coacción o pago. Pero cuando hay pagos involucrados y no se revelan, se cuestiona la integridad.
  • ¿Hay dignidad real si aceptas una campaña de desprestigio? Puede que algunos vean el dinero como “negocio legítimo”, pero la ética profesional exige más: congruencia entre lo que se predica, lo que se demuestra y lo que se cobra.

¿Qué podemos exigir como consumidores y audiencia?

  • Que los influencers reveven cuando una publicación es patrocinada, incluyendo si es crítica o positiva. Que sea claro: “este video fue pagado”, “esta opinión fue patrocinada”, etc.
  • Que existan regulaciones más claras para productos de salud, medicinas, suplementos: etiquetas, advertencias, impuestos aplicables, regulaciones de marketing.
  • Una revisión crítica de contenido: que consejos sobre salud provengan de profesionales reales, con la formación correspondiente, y con respaldo científico.
  • Mayor responsabilidad ética de los creadores de contenido: no todo lo que genera dinero es legítimo si daña la confianza o la salud pública.

Conclusión

La controversia Electrolit-influencers refleja un problema mayor: en la era digital, la reputación, la salud pública y el lucro se entrecruzan de formas complicadas. No basta con tener seguidores; la audiencia demanda integridad. Vender una opinión —sea crítica o elogiosa— puede costar más que lo que se recibe en dinero si al hacerlo se pierde credibilidad, respeto y dignidad.

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